"EL MARAVILLOSO RE-DESCUBRIMIENTO DE AROA"
¡¡¡Hola a tod@s!!!
Justo acabo de terminar un curso muy práctico y bonito sobre "cuentos y metáforas para aplicar en terapia" en el cual teníamos que escribir un cuento como trabajo final. Pues aquí os lo presento, deseando que os guste y os invito a que me hagáis cualquier comentario que os apetezca.
EL MARAVILLOSO RE-DESCUBRIMIENTO DE AROA
Justo acabo de terminar un curso muy práctico y bonito sobre "cuentos y metáforas para aplicar en terapia" en el cual teníamos que escribir un cuento como trabajo final. Pues aquí os lo presento, deseando que os guste y os invito a que me hagáis cualquier comentario que os apetezca.
EL MARAVILLOSO RE-DESCUBRIMIENTO DE AROA
En aquel pequeño y lejano país… (que
no recuerdo ahora su nombre)… estoy viendo aquella jovencita linda, linda como
la que más. Aroa, que este es su bonito nombre, (como no podía ser de otra
manera) no es linda por su aspecto físico: lo más característico son sus
grandes ojos cristalinos y su larga, oscura y ondulada melena; sino que ella es
muy linda por algo que va más allá. Es bonito su gesto y expresión que reflejan
en todo momento la amabilidad y bondad que tanto la caracterizan. Tanto es así,
que es imposible imaginar su cara triste o enfadada. Y también parece imposible
sentirse uno triste o enfadado cuando está a su lado. Casi parece uno sentir un
halo misterioso cuando estás junto a ella porque todo se calma y una leve
sonrisa se dibuja en tu cara como si fuera un reflejo de la suya.
Aroa parece tener un encanto
natural y especial que le nace de lo más profundo de su corazón. Se aprecia que
es una persona afortunada, bondadosa, alegre y feliz y nada nos haría pensar
que pudiera ser de otra manera.
Aroa también es una persona muy
romántica y apasionada, por eso, no pudo evitar enamorarse de Gabriel desde el
primer momento que se conocieron en la celebración del decimoséptimo cumpleaños
de su mejor amiga Milia. Él es una persona tan maravillosa como ella. Se
conocieron justo en un inicio de verano, y disfrutaron de muchos días soleados
riendo a carcajadas y disfrutando a cada paso que daban juntos. Toda la vida
parecía estar de su parte y nada malo les sucedía, sino al contrario. Y fue
así, por suerte, durante mucho, mucho tiempo. Juntos compartieron unos años
maravillosos en los que todo parecía sonreírles, a la par que ellos lo hacían
continuamente al unísono. No tuvieron, ni nadie tuvo la más mínima duda, de que
estaban hechos el uno para el otro.
Pero un día, algo sucedió, no
sabemos el qué y menos aún el por qué, simplemente sucedió… la sonrisa de ellos
se apagó!! (parecía como un eclipse donde la luna se interpone frente al sol y
no había energía capaz de hacer asomar la luz de nuevo). La verdad que solo de
pensarlo, cualquier persona de quienes les conocemos e imaginamos nos ponemos
tristes de inmediato.
Aroa no paraba de pensar y
pensar en lo que habría sucedido, cuanto más lo pensaba, más cosas trataba de
hacer para poder arreglarlo. No podía dejar de hacer cosas que pudieran evocar
cualquier intento de la sonrisa de su amado. Más aún, empezó a comprarle
regalos para complacerle en todo cuanto se le ocurría… pero nada le hacía
sentir que le estaba ayudando, más bien parecía al contrario, cuanto más y más
lo intentaba, parecía que Gabriel cada vez estaba más enfadado pues se daba
cuenta de que nada, nada de lo que ella hiciera, le podía contentar de nuevo. Y
como los dos son tan buenas personas, el darse cuenta que no encontraban una
solución, les hacía sentir cada vez más y más tristes. Ninguno de los dos podía
entender qué les había pasado.
Pasaban los días, incluso
empezaron a pasar semanas y los meses y Aroa parecía no cansarse nunca en sus
intentos de agradarlo, tanto fue así que su vida al completo ya solo giraba en
torno a él. Quería estar el mayor tiempo posible a su lado y, cuando no lo estaba,
no era capaz de dar un paso sin pensar en volver a estar con él… Tanto fue así
que ni siquiera se dio cuenta que “su pelo había crecido tanto, tanto, sin
haberlo cortado, que la empezó a hacerse tropezar con sus propios pies…” y así
fue hasta que un día… se cayó!, y fue tan grande la caída... que la obligó a
mantenerse tumbada… durante meses…
¿Qué
imaginas que sucedió durante este tiempo?
Pues que Gabriel quiso cuidarla
como realmente se merecía, y así lo hizo al principio. Aroa parecía recuperar
de nuevo su sonrisa. Pero empezaron a pasar los días y Aroa no parecía poder
recuperar las fuerzas para volver a levantarse y caminar, por más que lo
intentaba, no parecía llegar el momento de mejoría.
Gabriel tenía que volver a
retomar sus compromisos y obligaciones por lo que día a día se iba reduciendo
el tiempo que podía estar con ella por lo cual Aroa volvió a sentirse de nuevo
más y más triste hasta llegó un momento, que Gabriel igualmente se sintió tan
tan triste sintiendo como se sentía Aroa, que no puedo hacerse cargo más de
ella, lo que realmente necesitaba era empezar a hacerse cargo de sí mismo si
quería ayudar a su amada. Y así lo hizo “por prescripción médica”. Tuvo que
marchar incluso a otra ciudad que no le permitía hacer el viaje con frecuencia.
Empezó viniendo a visitarla cada semana, después cada 15 días, cada mes, hasta
que… (ya imagináis).
Gulia y Milia, las mejores
amigas de Aroa, vinieron a cuidar de ella y a ofrecerle los mejores cuidados y
todo su amor. No dejaban de decirle y recordarle lo maravillosa que era y cuánto
la querían, algo que ella ya sabía pero parecía no poder escuchar. Todas las
personas que la querían y conocían la visitaban a menudo y la llenaban de amor,
de elogios y regalos. La visitaron los mejores médicos, especialistas y
psicólogos de la zona, pero nada parecía tener efecto en ella puesto que
parecía que no eran solo sus piernas sino que también sus oídos y su boca
habían dejado de funcionar.
A pesar de todo y de todos, Aroa
se sentía sola, abatida, desconsolada porque cada vez se sentía más lejos de
Gabriel, incluso empezaron a pasar los días y semanas sin tener noticia alguna
él. Y de esta forma ella no avanzaba, ni siquiera podía hacer el más mínimo
intento de levantarse de la cama para volver a caminar. Así fue hasta que su
médico particular le dijo que, si seguía así, sus piernas se estaban atrofiando
de tal manera que estaba al borde de no poder volver a caminar jamás.
Tan mal se encontraba Aroa que
se había olvidado por completo de sí misma, tanto su cuerpo como su alma
parecían haber ido a parar a un pozo sin fondo. Lo curioso que ocurrió un día fue que, en una chispa de
energía que encontró, se armó de valor y se propuso levantarse de la cama donde
se había visto atrapada desde su última despedida de Gabriel hacía ya más de
seis meses.
En su primer intento utilizando
todas, todas sus fuerzas, fue todo un triunfo ser capaz de sentarse en el
borde de la cama durante varios segundos hasta que empezó a marearse y tuvo que
volver a tumbarse de nuevo, acompañada de lágrimas y una inmensa tristeza por
el estado de debilidad en que se encontraba.
Pero algo dentro de sí, le dijo
que tenía que seguir intentándolo de nuevo, algo le decía que tenía que
hacerlo, ¡sabía que quería levantarse y volver a caminar! Lo que sintió fue un
gran impulso interior que despertó su voluntad de recuperarse.
Sin saber cómo ni por qué, empezó
a tener recuerdos de cómo era ella en su vida antes de conocer a Gabriel. Y se
recordó como una persona risueña y feliz. Qué gran suerte fue tener presente
aquel recuerdo anterior de su vida. Se veía paseando, saltando, bailando y
cantando en aquel bosque cercano a su casa donde tanto había disfrutado tanto
en soledad, como con sus amigos y vecinos.
Durante estos meses
hospitalizada, muchas personas queridas, y también todos los profesionales
sanitarios de tantas especialidades como la habían atendido, le habían estado
dando consejos de todo tipo sobre lo que tenía que hacer, pero la realidad es
que nada había servido para ayudarle. Fue ella misma quien se propuso un plan
de cuidados personales adaptados totalmente a si misma de la mejor manera, al
fin y al cabo, ¿quién mejor que ella para saber lo que más le convenía y en qué
momento lo necesitaba? ¿Cómo era posible que se hubiera olvidado de reconocerse
y de quererse a si misma? Tanto tanto se había centrado en su amado, que llevaba
meses, años sin escucharse ni cuidarse. Casi había olvidado las cosas que
realmente le gustaba hacer y lo bien que se sentía cuando las hacía y cuando estaba
con otras personas a las que quería, y cuando ella misma se quería, cuando se
sentía amada por los demás y les ayudaba cuando la necesitaban.
Sin ser consciente de ello, le
vino toda la información que había recibido de consejos y recomendaciones, y
sobre todo se dio cuenta del gran aprendizaje que había hecho de sí misma
durante tantos meses de inactividad y a solas en silencio. Algo le hizo
descubrir a la perfección qué era lo más conveniente para ella “salvarse”. Y
así fue como llevo a cabo su plan, la verdad que era sorprendente todo lo que
hacía y, lo más sorprendente, es que el esfuerzo sólo estuvo presente en los
primeros días porque, casi milagrosamente, Aroa empezó a caminar a su propio
ritmo, y pronto volvió a saltar, a bailar, a cantar y a volver a ser la persona
que siempre había sido. Regresó al barrio donde había vivido de pequeña y
volvió a ser la persona alegre y risueña que veíamos al principio de la
historia, ¿verdad que con solo pensarlo
se dibuja una ligera sonrisa en tu cara?
ANA GARVÍA BLÁZQUEZ
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